Esta regata en su XXV edición, se celebra para conmemorar la expeditiva solución del Rey Jaime I el Conquistador al exceso de sin papeles que llegaron a Mallorca...
Habíamos decidido no participar en regatas de altura. Te expones a aburrirte con una calma chicha o a moverte más que
Sakhira con el waka waka. Menos aun cuando es puntuable. Rodeado de velas Kevlar o carbono te sientes con uniforme de Adidas en una cena de gala, encima, cuando un compa te dice que son
high performance racing ..., te quedas como Filemón transformado en un vulgar gusano. Es un mundo el de las
velas...
La salida se retrasó esperando que entrara algo de viento. Por fin la dieron con una hora de retraso y, ¡tres más UTC delante de Salou...!
Lo que más "cubre" y te transmuta en antiguo griego, es ver, con un viento de abanico, como se alejan los regatistas... Mientras abordo: ¡amolla el pajaril!, ¡lasca la driza de la mayor!, ¡el palo para alante, ¡la burda!, ¡contrapesar en sotavento...!, ¡ aprovechemos la banda de babor que navega mejor...! Nosotros sin separarnos de la costa y aquellos en el quinto... ¡Basta!, ¡se acabó!, ya estoy hasta los güiwols!; al gusanillo que le den. La última hasta que ahorremos para un 50 pies formula 1 o nos decidamos por un motor eléctrico camuflado en el bulbo.
Por fin entró una brisa que nos alejó de Salou. Uno de los regatistas, aburrido, ya había comunicado que ponía motor.
Al atardecer arreció y nos permitió a un descuartelar arrumbar apurando hacia La Dragonera.
El Rapsodia, que también participaba, encontrándose a una millas por nuestro través de estribor comunicó por radio que se retiraba. Dani viró 180º y a pasarlo bien.
Fue subiendo la intensidad, la escora y los empujones por conseguir la litera de sotavento. Conseguimos mantener el rumbo hasta la mañana en que amainó, variando después a una ceñida rabiosa con 20 nudos aparente. Nos animó el oir a otros que ponían motor y arrumbaban a puerto. Continuamos hasta el islote y, dado que calculamos no llegaríamos a la hora límite por una considerable diferencia, decidimos pasar de cirios a camioneros.
De los catorce participantes solo llegaron en el tiempo límite cuatro. Consuelo: la llampuga que pescó Jose.
Santa Ponsa es un puerto natural muy bonito para ir de retiro. Ideal para descansar porque a partir de las 19:00 h. no tienes donde tomar una copa. Nos entretuvimos viendo el desfile de moros y cristianos que celebran por las fiestas locales y enlazamos con la cena ofrecida por el Club Náutico.
Disfrutamos de una adecuada cuchipanda en la que compartimos mesa con un desconocido grupo de mallorquines, entablando una amena conversación con Marga y su marido, que nos enriquecieron contando anécdotas y vivencias peculiares de las islas. Pasamos una agradable velada.
La siguiente mañana zarpamos hacia Sóller con una travesía a vela hasta que por falta de viento favorable, a poca distancia del puerto, nos acercamos a la costa y recreamos visitando diferentes calas. Arribamos al puerto Tramontana al atardecer.
Tomamos una copa invitados por la marina y despues fuimos a cenar "comme il faut". Más tarde repetimos delante del decorado que utilizaba -antes de romperse la pierna- Halle Berry en la película Clod Atlas que se rueda en el barco de época anclado en Sóller
.
Decidimos partir el martes sobre las siete de la tarde. Temprano con Jose visitamos Palma y regresamos por la Sierra de la Tramontana. Lo pasamos bien, a pesar de que el autobús nos dejó colgados en Calv iá (cosas de la Isla de la Calma).
Zarpamos con algo de viento, mar molesta, hasta que a las dos horas amainó y con mayor a motor hasta Torredembarra. Ya no puedo contar más porque a las 20 h. me dormí y desperté a las 7. ¡Una maravilla!. Eso sí, soy testigo: ¡se hizo realidad el bonito que soñaba pescar José!