viernes, 30 de enero de 2015

EL GATO DEL PUERTO DE TORREDEMBARRA

El gato es un animal listo e independiente, también limpio (importante para las amas de casa), que generalmente desconfía del ser humano, o `por lo menos de mí. A pesar de ello tienen muchos adeptos que hablan excelencias de ellos y gozan de su simpatía y cariño. Particularmente, los que he tenido de mis hijos en casa han sido unos bordes con los que he convivido bajo un recíproco odio: ellos me arañaban y yo, a escondidas de la familia les daba una torta, ellos insistían y yo también..., hasta que uno de los dos cedía, generalmente yo. No había manera de llegar a una paz duradera. Mi experiencia con estos ha sido dramática y sangrante, sí, sí, sangrante.

Un día cuando estábamos ambos solos en casa intenté cortarle las uñas para acabar con sus defensas (je, je). Creo que el misi confundió las tijeras, bueno no, "tijeritas", con una máquina de hacer hamburguesas. Me dejó el antebrazo, muñeca, carpo, metacarpo y falanges como al ejército de Muhammad an-Nasir en la batalla de los Tres Reyes.

Sin embargo, a pesar de mis heridas de guerra no se puede generalizar; los hay con buenos sentimientos (creo), simpáticos y cariñosos... 

                                         Juguetones y cariñosos

A principios de año llegó uno desconocido (aparentemente de buena familia y educado), a la pulpería del puerto. Una gatita súper cariñosa (se distingue que es hembra por la oreja, no porque sea también un órgano la aurícula, no, sino porque le cortan un trozo cuando las castran), más bien parecía un perrito faldero, un encanto de animal que después de unos días desapareció. Regresó a la taberna de Tere donde disfrutó unas espléndidas vacaciones hasta que apareció su dueña y se la llevó. Su ama la hizo polvo, había pasado la mejor época de su vida, libre, bien comida y en plan hipi; una temporada inolvidable para la felina compartiendo pescado fresco con la troupe del puerto...

En puerto desconocido, colección de gatos gemelos aguardando la manduca.
Como yo, habrá muchas personas que no congenien con estos felinos, pero ello no es óbice para apreciar su aspecto aristocrático y belleza. Generalmente son cariñosos, muy astutos y ágiles cazadores de ratones. Por este motivo, desde la antigüedad, en todos los barcos acostumbraban a llevarlos para apresar roedores. Incluso hubo armadas que por ley debían incluirlos en la dotación formando parte de la tripulación. Como marinero llegó a todos los continentes y como buen marino se reprodujo con rapidez.

Con tanto tiempo y barcos, los gatos han protagonizado curiosas historias que incluiremos en próximas entradas para deleite de los adeptos admiradores de estos animales de compañía. Clicando decubriréis la historia de Oscar, el gato insumergible.









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